viernes, 13 de noviembre de 2015

Un para siempre inexistente

Desde muy pequeños nos hacen creer que las cosas y las personas no tienen final, que todo es un bucle de amor incondicional, eterno y de perdones, se equivocan, pero vamos que si se equivocan. Definitivamente, no creo en los lazos o vínculos eternos, yo siempre he sido más de ciencia que de iglesias, más de ver para creer que creer a secas. Las cosas son objetos y como tal cumplen su función de servir y parar cuando ya no hacen falta. Las personas, tenemos otra finalidad que muy pocas veces solemos ver, somos tiempo, el tiempo que viene y va, cumplimos nuestra finalidad, quedarnos indefinidamente y nos vamos cuando aprendemos la lección.



Esa es la clave, poder vivir indefinida, loca, abierta y atrevidamente, aceptando que no existe un para siempre, de lo contrario, estás perdido, porque siempre vivirás de una manera incompleta, con el miedo y la frustración de perderte a la vuelta de la esquina cuando algo no está, con el miedo a fallarle a alguien que crees que estará ahí siempre y cuando  hagas algo fuera de tus principios, con el atrevido miedo de fallarte a ti mismo para que alguien se quede, eso para mí está totalmente fuera de juego, me alejo de la incoherencia y me sirvo por mis valores sin pensar en que a alguien no le guste.

Es curioso saber, que hasta que no aprendes algunas lecciones, no te das cuenta de que tu finalidad en este mundo es tu poder de aprender, y para aprender es necesario que sobrevivas a algo a lo que una vez tonificaste una unión, mentalmente fuerte, mentalmente atrayente.


Ya es hora de cambiar las creencias antiguas por las nuevas y realistas. Creer un poquito más en las decepciones del día a día que en películas de cine. Entender de una vez por todas, que las personas se unen por sentimientos e intereses, pero los sentimientos cambian y los intereses se acaban, si entiendes eso, entiendes la vida, no hace falta odiar a quien se alejo de ti, porque la verdad, es que te enseñó lo que vino a enseñarte. De nada nos sirve vivir esperando algo si no estamos preparados para su punto y final, no es negativismo, es aprender a ser conscientes de que caerse algunos días va a ser inevitable, injusto e inentendible y estar preparados para resistir más al golpe, es de ver la vida de color blanco, porque cuando llega sin esperarlo todo se convierte en negro.

Existe una gran diferencia entre aceptar y resignarse.
Aceptar es aprender, y resignarse es rebobinar. Aceptar es dejar ir, resignarse es convertirse en apego y víctima. Aceptar es ver con otros ojos, salir, sobrevivir y sumarle experiencias a la vida, resignarse es luchar para que algo salga como queramos y no avanzar.



Tarde o temprano, entendemos que no hay mayor valentía, que dejar lo que un día fue y continuar con lo que será.  


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