sábado, 21 de noviembre de 2015

En el dolor está la vida




Los días hacen el presente y la historia el pasado, es en el color negro donde está la vista, aunque no se vea, es en el bache sin salida donde está la salida, aunque no la veas y en pensamientos profundos y estados vacíos donde está tu esencia cuando no te sientes.

Es en cuatro paredes y sin luz donde te encuentras, es en el silencio donde te escuchas y es en las puñaladas que recibes donde conoces el valor de la honestidad.




Que no te cuenten historias, aquellos que no fueron derrotados y lastimados por amor, que no digan que vivieron porque no es así. 

La verdadera sabiduría se esconde en el silencio, porque mientras más grande es el dolor más privado es el corazón.

Son los corazones que una vez se enfadaron con el mundo los que vieron parte de el, son aquellas personas conocedoras de los caprichos de la mente quienes saben cómo funciona.

No hace falta que te digan que entre dos está la experiencia, porque todos aquellos que hemos sido arrastrados no hemos estado necesariamente al lado de alguien, se puede sufrir sin estar comprometido, se puede llorar sin poseer a nadie, podemos quemarnos sin un anillo, podemos suspirar a base de pasar páginas que nunca se acaban.



Entonces, es en esas personas donde resiste la voluntad, quienes saben lo que es quemar cartuchos de paciencia, los que conocen las intenciones, los que saben de profundidad, los que han visto el vacío, los que suspiran, los que están rotos, es en ellos donde radica la experiencia. Hay personas que han visto pasar cómo les destrozan el órgano de los sentimientos y saben muy bien que se reconstruye a base de asimilaciones de dolor y una botella de vino de vez en cuando para olvidar momentáneamente. Las hay que han visto cómo el cerebro se va gastando de pensamiento por usarlo tanto, y deciden escapar del mundo con un "que le den por culo a todo esto, yo me pierdo".

Son esas personas, las que han dejado alguna vez de existir  y no saben en que momento sucedió, las que saben de lágrimas ocultas que ya se cansaron de salir, donde existe el saber de las cosas, que no te digan que una noche de san valentin y un ramo de flores es experiencia.
Son aquellos, los que por fin pueden escuchar esa canción que antes una persona no les dejaba, donde se encuentra la superación, que no te cuenten que están curados de espanto aquellos quienes sólo conocen de cines, citas y cenas felices y no saben lo que es el insomnio ni sobrevivir a una tormenta de las que no se olvidan.






viernes, 13 de noviembre de 2015

Un para siempre inexistente

Desde muy pequeños nos hacen creer que las cosas y las personas no tienen final, que todo es un bucle de amor incondicional, eterno y de perdones, se equivocan, pero vamos que si se equivocan. Definitivamente, no creo en los lazos o vínculos eternos, yo siempre he sido más de ciencia que de iglesias, más de ver para creer que creer a secas. Las cosas son objetos y como tal cumplen su función de servir y parar cuando ya no hacen falta. Las personas, tenemos otra finalidad que muy pocas veces solemos ver, somos tiempo, el tiempo que viene y va, cumplimos nuestra finalidad, quedarnos indefinidamente y nos vamos cuando aprendemos la lección.



Esa es la clave, poder vivir indefinida, loca, abierta y atrevidamente, aceptando que no existe un para siempre, de lo contrario, estás perdido, porque siempre vivirás de una manera incompleta, con el miedo y la frustración de perderte a la vuelta de la esquina cuando algo no está, con el miedo a fallarle a alguien que crees que estará ahí siempre y cuando  hagas algo fuera de tus principios, con el atrevido miedo de fallarte a ti mismo para que alguien se quede, eso para mí está totalmente fuera de juego, me alejo de la incoherencia y me sirvo por mis valores sin pensar en que a alguien no le guste.

Es curioso saber, que hasta que no aprendes algunas lecciones, no te das cuenta de que tu finalidad en este mundo es tu poder de aprender, y para aprender es necesario que sobrevivas a algo a lo que una vez tonificaste una unión, mentalmente fuerte, mentalmente atrayente.


Ya es hora de cambiar las creencias antiguas por las nuevas y realistas. Creer un poquito más en las decepciones del día a día que en películas de cine. Entender de una vez por todas, que las personas se unen por sentimientos e intereses, pero los sentimientos cambian y los intereses se acaban, si entiendes eso, entiendes la vida, no hace falta odiar a quien se alejo de ti, porque la verdad, es que te enseñó lo que vino a enseñarte. De nada nos sirve vivir esperando algo si no estamos preparados para su punto y final, no es negativismo, es aprender a ser conscientes de que caerse algunos días va a ser inevitable, injusto e inentendible y estar preparados para resistir más al golpe, es de ver la vida de color blanco, porque cuando llega sin esperarlo todo se convierte en negro.

Existe una gran diferencia entre aceptar y resignarse.
Aceptar es aprender, y resignarse es rebobinar. Aceptar es dejar ir, resignarse es convertirse en apego y víctima. Aceptar es ver con otros ojos, salir, sobrevivir y sumarle experiencias a la vida, resignarse es luchar para que algo salga como queramos y no avanzar.



Tarde o temprano, entendemos que no hay mayor valentía, que dejar lo que un día fue y continuar con lo que será.  


sábado, 7 de noviembre de 2015

Quizás si eras tú...

Quizás si eras tú, pero no era el momento, quizás si eramos nosotros, pero no los indicados.

Mentiría si te viera ahora mismo y me tocara hablar, mentiría si nos viéramos y nos tocara  hablar. Siempre hay un pensamiento que por muy fugaz que sea nos recuerda a alguien, y es que a veces son esos tatuajes tuyos los que me hacen recordar la importancia de un dibujo en la piel, porque al fin y al cabo eso es lo que somos, significado, y a veces nuestra mente humana es tan fetiche que elige el recuerdo del significado de alguien...


Ojalá, pudiéramos encontrarnos en otro camino y ser menos intolerantes, con  menos terquedad, más experiencia, con ganas de reconstruir lo que una vez rompimos, por nuestra falta de empatía y nuestra falta de entender la valiosa necesidad de comunicación entre dos pensamientos opuestos, que intentan ponerse a medias, estando muy inigualados.
Ojalá, pudiéramos ser los únicos privilegiados de este mundo que puedan disfrutar de una segunda vez y que salga bien, que seamos esos que hayan visto sus errores en el otro e intentemos mejorarlo, y que salga bien. Que seamos esos que se rían de los que piensan que las segundas oportunidades nunca fueron buenas, porque la nuestra sale bien.

Ojalá, pudiéramos disfrutar de ese café que nunca se nos sirvió, pero que tomaremos con otras personas hechas a medida para cada uno. Ojalá, pudiéramos disfrutar de esa maldita conversación donde nos digamos ¿Qué fue lo que falló? mientras sale bien.

Ojalá, que seamos las únicas almas en algún rincón del mundo que después de una tormenta, todavía tengamos ganas de hablarnos mirándonos a los ojos sin rencor, sólo con ganas de volver a empezar una y otra vez lo que se rompe y sufre daños irreparables, esos daños que las personas precisas no soportan, aunque todo eso no sea vida y sólo sea inestabilidad, porque la inestabilidad para nosotros es de usar y tirar, nos olvidamos de ella tan pronto aparece de nuevo el equilibrio, y pum, nos rompimos de nuevo. Ojalá, tengamos esa inagotable e ingenua ilusión de que lo que rompamos con palabras, se arregle con miradas, pero en nuestras mentes no cabe ni una gota de idealismo, sabemos muy bien que eso no funciona, somos dos perfectos idiotas realistas.

No volveremos, yo no volveré a ti porque ya no tengo esa necesidad de verme caer cada vez que te hablo,  y tú no tienes esa necesidad de sentirte inseguro cada vez que me voy  y regreso cuando quiero, sólo cuando me siento perdida, y tú te pierdes más, las cosas de dos no pueden salir bien así, las personas indicadas no están destinadas a alejarse.

No supimos ni sabremos valorarnos, no estamos ni estaremos hechos para entendernos, pero todos tenemos una historia que merece ser contada, y toda historia acaba con algo, sea bueno o malo, siempre acaba con aceptación, aceptación de lo que fue y no pudo ser, y de lo que es y será.